En Contexto 2/24

     

     
         
    Afectaciones por cosecha de aguacate en México
     
    Número 2/246

    En el occidente de México, los bosques están siendo arrasados a un ritmo vertiginoso, impulsados por el gran interés de Estados Unidos por los aguacates.

    Del total de campos de aguacate en Michoacán, se estima que alrededor del 30% son ilegales, además de que existen otras áreas en el estado que ya no son viables. El aguacate está acelerando el proceso de desertificación y haciendo que la situación sea más dramático.

     

     

     

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    Antecedentes

    Distintos intereses intervienen en la tala de bosques para dar espacio a los plantíos de aguacate, entre ellos los de grupos delictivos, terratenientes, autoridades locales y líderes comunitarios, donde en muchas ocasiones los terrenos privados son incautados de manera ilegal.

    A partir del interés de Estados Unidos por importar aguacates de México hace menos de 40 años, el consumo se ha elevado, impulsado por campañas de mercadotecnia que promocionan el fruto como un alimento saludable para el corazón y la demanda durante todo el año de platos como tostadas de aguacate y rollos California. Los estadounidenses comen tres veces más aguacates que hace dos décadas.

    Al sur de la frontera, satisfacer esa demanda ha implicado la pérdida de bosques, el agotamiento de los acuíferos para proporcionar agua a los árboles de aguacate, que necesitan mucha agua, y un aumento de la violencia impulsada por bandas criminales que pretenden incursionar a la fuerza en un negocio rentable. Los funcionarios ambientales mexicanos han pedido a Estados Unidos que impida que los aguacates cultivados en tierras deforestadas ingresen al mercado estadounidense, pero los funcionarios locales no han tomado ninguna medida. Se han identificado cómo los cultivos en tierras deforestadas suministran aguacates a los distribuidores de alimentos estadounidenses, que a su vez los venden a las principales cadenas de supermercados del país.

    En el oeste de México la población local que lucha contra la deforestación y el robo de agua se ha convertido en blanco de intimidación, secuestros y tiroteos. Al igual que la deforestación en otros lugares, arrasar los bosques de pino-roble y oyamel de México reduce el almacenamiento de carbono y libera gases que provocan el calentamiento climático. La tala rasa para los aguacates, que requieren grandes cantidades de agua, ha provocado otra crisis al drenar acuíferos que son vitales para muchos agricultores.

    En Michoacán, la industria del aguacate da empleo a más de 300.000 trabajadores en un estado de 4,8 millones de habitantes, según cifras del gobierno. Más de 10.000 hectáreas de huertos de aguacate autorizados para su exportación a Estados Unidos se encuentran en tierras que estaban cubiertas de bosques en 2014, según geógrafos ambientales de la Universidad de Texas en Austin.

    A finales de la década de 1990 Michoacán consiguió cumplir con las exigencias de Estados Unidos para exportar aguacates, y desde entonces el volumen ha ido creciendo. Como consecuencia, los paisajes michoacanos han cambiado radicalmente en los últimos años: donde había frondosos bosques de pinos, ahora hay hectáreas infinitas de plantaciones de aguacate; donde había lagos, ahora quedan apenas charcos e incluso algunos se han secado totalmente.

     

    *Con información de diferentes medios.