Desde tiempos ancestrales, el maíz ha sido uno de los pilares en la alimentación mexicana y está presente en más de 600 recetas gastronómicas tradicionales. Las variedades nativas son resultado de miles de años de selección por las culturas oriundas y son consideradas de una gran riqueza genética. Actualmente, México produce 59 tipos de maíz, por lo que es de gran relevancia la polémica por la incursión de semillas transgénicas o modificadas en la dieta nacional.
El inicio de este cambio de ruta se lee entre líneas en la Reforma para la Transformación del Campo (anunciada en marzo por el presidente Enrique Peña), en donde el objetivo es hacer del campo mexicano un espacio sustentable y productivo utilizando soluciones biotecnológicas. Los argumentos principales de esta iniciativa tienen su origen en lograr una disminución en la dependencia de las importaciones y el incremento de la productividad del campo mexicano. Esta lectura da un valor agregado al cultivo de transgénicos como alternativa para impulsar el uso de semillas genéticamente modificadas de maíz.
Con esta determinación, los ministerios de Agricultura y de Medio Ambiente retomarán el poder de decisión para otorgar permisos y continuar con la siembra experimental, que de acuerdo con los precursores de la iniciativa, permitirá a los productores enfrentar los problemas de plagas de insectos y malezas que afectan la productividad. Las solicitudes de evaluación de un producto transgénico pasan por tres etapas para recibir un permiso: siembra experimental, programa piloto y comercialización, cuando se otorga el permiso.
Los grandes beneficiarios de esta medida son empresas como Monsanto, Dow Agrosciences y DuPont Pioneer, mismas que han manifestando su interés al gobierno de México para la siembra comercial de maíz transgénico, destacando que se fomentaría la investigación en biotecnología agrícola. Por otra parte, organizaciones no gubernamentales y parte de la comunidad académica-científica se han unido para manifestar su oposición a los transgénicos por temor a afectar a más de 1000 variedades de maíz nativo, considerando también los graves daños a la biodiversidad y a la salud.
Un tercer participante en esta discusión es la organización AgroBio México (que agrupa a las principales empresas desarrolladoras de la biotecnología agrícola), misma que califica como un gran avance que se levantara la ley que impedía la investigación y siembra de maíz transgénico en México.
En la actualidad, Brasil siembra 44 millones de hectáreas de cultivos genéticamente modificados, de los cuales 12 millones son de maíz; Argentina 24 millones de hectáreas de transgénicos, en los que el cultivo rebasa los 3 millones. También se destacan Colombia, Honduras, España, Filipinas y Sudáfrica, que registran tendencias favorables en la siembra de maíz genéticamente modificado, los cuales van entre el 10 y hasta el 25% de su producción.